Punch

Punch
La primera vez que uno da un puñetazo, espera que suene como en las películas y los videojuegos, pero no es así; el sonido real es parecido al de dejar caer un libro sobre una mesa o algo así. Pasa lo mismo con los disparos, los accidentes de coche y las explosiones; uno se siente decepcionado porque la realidad no supera a la ficción.
Punch
Los huesos de los dedos son largos y delgados, por lo que es fácil que se rompan si los golpeas contra un pómulo, una ceja, o especielmente una barbilla.
Punch
Poca gente sabe pegar aprovechando toda su fuerza; como todo, se aprende con la práctica, y raras veces una persona que se encuentre en su primera pelea va a ganar a otra que ya haya golpeado más de una vez, aunque parezca muy superior en peso y estatura. Un solo puñetazo descargado no solo con la fuerza del brazo, sino cogiendo impulso con todo el cuerpo y dejando llevar el propio peso, aunque este fuera de sesenta quilos, sería suficiente para dejar aturdido a un hombre mucho más corpulento. Por eso dicen que quien golpea primero golpea dos veces. El otro quizá no llegue a hacerlo ni una.
Punch
Uno de los golpes más efectivos que hay consiste en pegar en la parte baja de la barbilla, de abajo hacia arriba, manteniendo la mano abierta y golpeando con la palma, utilizando la muñeca y la solidez que proporciona el brazo (los huesos cúbito y radio) como base; si se da bien, hay bastantes posibilidades de romper la mandíbula del oponente, o al menos de dislocarla.
Punch
Él no sabía todo esto, pero le daba igual. Seguía golpeándo la cabeza; tenía tanta sangre en los nudillos como *P* en la cara. Ya ni siquiera sabía si él era él y si seguía pegándole a la misma persona; era imposible reconocer a ninguno de los dos. Ya ni siquiera se acordaba de por qué le estaba pegando, pero no podía parar de hacerlo. Ya no se sentía mejor, no sentía ningúna sensación agradable al golpearle, si es que alguna vez la había sentido. Ya solo le pegaba por inercia.
Le pegaba porque había hecho algo, ya no recordaba el qué, por lo que lo había merecido; a él no le apeteciía hacerlo, podría haberlo ignorado, pero era su obligación moral castigarle por lo que fuera que había hecho. Pero ya no se acordaba de qué era: pero le daba igual.
Era el mundo, lo que estaba golpeando. No había ojos, nariz, boca, orejas en aquella cara: eran Africa, Asia, Oceania, America, Europa, oceanos y desiertos, televisión y fútbol, modelos y modas, trabajo y apariencias.
Punch
Imagen:
http://eu.playstation.com/iw_images/assets/images/previews/f/fight_club/fight_club_01b.jpg
2 comentarios
Anónimo -
Ojalá las quisiera tanto como para instigarlas.
Steam Man -
Ay si te pillara Ibarretxe... otro gallo cantaría
Saludos anales